Durante el s. XIX, y seguramente antes también, familias o tribus nómadas procedentes de Centroeuropa pasaban por Donostia en diferentes momentos en su largo periplo. Este hecho era un acontecimiento en la ciudad ya que traían consigo otra cultura, costumbres diferentes, ritmos y canciones desconocidas, vestimentas extrañas…
Mientras estaban entre nosotros su modo de sustento era la reparación de objetos, utensilios o cacerolas de metal; parece ser que eran buenos artesanos y recibían la aquiescencia de la ciudadanía donostiarra.
A lo largo de su historia, Donostia ha sido por su situación y actividades económicas una ciudad abierta y receptiva, que ha sabido integrar en sus costumbres muchos elementos nuevos, y aun hacer una fiesta de cualquier acontecimiento histórico. Y así como los soldados extranjeros y sus desfiles dieron lugar a la festiva tamborrada, las visitas de los caldereros se convirtieron en motivo para una comparsa del carnaval.
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