Como un retrato de su alma definió ayer Darío Villalba (San Sebastián, 1939) la primera gran exposición antológica que le dedica el Museo Reina Sofía.
Los amplios espacios de la sala A1 del centro madrileño acogen obras de gran tamaño, intensidad y contenido, creando una instalación en la que son protagonistas el hombre en sus situaciones más límites, el dolor, la enfermedad, la muerte, el sufrimiento. Figuras humanas, solitarias, desvalidas, que aparecen manipuladas, repetidas, convertidas en símbolos esenciales, en las que descansa una gran fuerza expresiva.
En la muestra, una selección de 70 piezas representativas de sus distintas etapas artísticas, resulta clara la importancia del uso pionero de la fotografía, así como el continuo diálogo con las vanguardias, que cuestiona y subvierte. La comisaria María Luisa Martín de Argila reconoció que su admiración por el artista surgió en los años 70 cuando presentó sus encapsulados. «Es sin duda uno de los artistas españoles más brillantes de las últimas décadas, eslabón imprescindible y referencia obligada en el desarrollo del arte posterior a la abstracción informalista», apostilló.
Darío Villalba. Una visión antológica. 1957-2007, ha sido muy complicada a la hora de seleccionar entre más de un millar de obras, por lo que se han tenido que eliminar periodos enteros para dar una visión rica y plural del conjunto de su obra. Se trata de una muestra muy diferente, en la que el relato temporal cede al relato de la emoción».
Pasión y emoción resumen la colaboración que han mantenido el artista y la comisaria, que agradeció «la gran lección de arte contemporáneo» de Darío Villalba, quien a su vez tuvo palabras de elogio tanto para Martín de Argila, «con quien he tenido gran complicidad, manteniendo un diálogo entre artistas», como para la directora del centro de arte, Ana Martínez de Aguilar, de quien destacó su libertad y apoyo.
El creador no dudó en afirmar que su obra, «tras Tapies, Miralles y Saura, se sitúa en primera línea, con una exposición rotunda vista desde el ahora. Hoy es un día para mí que parecía no iba a llegar». Asimismo, calificó de coherente la muestra y consideró que con ayuda del montaje «hemos pintado un gran cuadro que se acopla muy bien a esta clínica aún dolorosa».
La directora del Reina Sofía, sostuvo que las raíces de Villalba son barrocas «porque ama la realidad, pero se enfrenta a ella, al dolor, a las vanitas, a la vida. Se enfrenta al silencio del paisaje y de los cielos, y lo hace de una manera contemporánea e inédita».
Sus fotografías encapsuladas «en esa especie de altares del dolor, encajan a la perfección en este espacio, antiguo hospital, produciéndose una coincidencia maravillosa de diálogos entre espacios».
El montaje hace que la obra parezca que haya sido realizada para el lugar, pues no se sigue un orden cronológico, sino que se agrupa por temas formando un todo en el que tiene especial importancia la sala que exhibe parte de los documentos básicos que componen el diario íntimo de Darío Villalba. |